“Todo está arreglado”, dijo Papá (y vamos por el sexto abogado)

Un empresario profesional exitoso, inteligente y formado. Cuando enfermó se habló poco. Diez años de altibajos y lucha por vivir. Cualquier alusión a la posibilidad de su partida era traición a la fe, impensable. “Todo está arreglado”, solía decir.

Los cuatro hijos más unidos que nunca. Dejaron de lado las pequeñeces que los separaban y entre todos apoyaban el proyecto empresarial de su padre, el fundador.

Al éxito académico del mayor le seguía el de sus hermanos y a instancias del padre habían adquirido experiencia en una corporación transnacional antes de incorporarse a la empresa familiar.

Las hermanas aportaban su talento en condiciones favorables y las animaban a ser parte de esa marca familiar y un estilo de vida, por demás, holgado. Todo pintaba hacia la continuidad, en armonía.

El padre, un proveedor y protector ejemplar, velaba por el bienestar de la familia extendida cumpliendo desde la planilla puntualmente con el sustento de los parientes mayores y de las esposas de sus hijos que no trabajaban en la empresa.

“No me lo explico, todo estaba arreglado, pero algo se rompió en el camino. No está claro qué se perdió primero, si la rentabilidad o la armonía … Lo que mas me duele es que me aparten de mis nietos…”.

La madre, nunca imaginó que al año de la partida estarían al borde de la quiebra y enfrascados en una maraña legal que la enfrentaría a sus hijos, obligándola a tomar partido a riesgo de su jubilación.

¿Por qué es tan difícil afrontar la sucesión?

Sin duda la profecía que ofrece el lente del conflicto interrumpe la visión del horizonte de posibilidades y nos quita el sueño.

La continuidad es un conjunto de acuerdos, compromisos y pactos. No un “arreglo” unilateral.

Según el Profesor Enrique Soriano del Banco Mundial, son las relaciones familiares, la continuidad del proyecto, la sucesión del liderazgo, la preservación del patrimonio y la transmisión propietaria, motivo de insomnio de los lideres empresariales familiares.

Esta familia pudo evitar la debacle con un solo cambio a tiempo: VALUESHIP: El modelo mental de valoración positiva que muestra a la empresa familiar como lo que realmente es: una red con alma de pertenencia, esencia de resiliencia y visión de iteración:

  1. En vez de callar, conversamos.
  2. Definimos pertenencia: ¿pertenezco?
  3. Tasamos lo intangible.
  4. Resaltamos lo que nos hace fuertes.
  5. Resignificamos los valores

Bajo la perspectiva del Valueship, los nuevos socios se habrían escogido como tales bajo nuevos acuerdos de pertenencia.

Quienes optaran por el trabajo, lo habrían hecho bajo compromisos renovados de responsabilidad, en la administración de un patrimonio compartido que hubieran validado unos pactos de bienestar coherentes con unos valores re expresa-dos.

Mucho antes de la partida del fundador:Gobernanza y Protocolo Familiar.

En conclusión: la responsabilidad de “arreglar” es compartida, no vertical.

Exige líderes en el paradigma del Valueship, emocionalmente capaces de crear los espacios para las conversaciones indispensables.

Consejo

Identifica cuanto antes al “Valueship Champion”, y comiencen a trabajar en el futuro, la armonía y la rentabilidad. De lo contrario, el conflicto cumplirá su profecía y el arreglo será en la corte, sin familia y sin empresa.